Desde el embarcadero, el agua se volvía dorada y el cielo anaranjado... Y Esther estaba allí, vestida de comunión, contemplando lo que la vida nos regala. Vida, pura vida.
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Desde el embarcadero, el agua se volvía dorada y el cielo anaranjado... Y Esther estaba allí, vestida de comunión, contemplando lo que la vida nos regala. Vida, pura vida.